martes, 29 de julio de 2014

Strelkov.

El comandante en jefe de las nacientes fuerzas armadas de la República Popular de Donetsk Es un personaje que ha logrado concitar entusiasmo en el rincón oriental de Ucrania. Poco dado a desplantes, parco en extremo. Este estilo tiene resonancia con lo que he podido atestiguar en el transcurso de los meses del conflicto. Cuando la gente es interrogada en presencia de la cámara, plantéa la situación de forma seria, sin aspavientos. Esto, sin importar la magnitud de los hechos de los que está hablando. El caso del reportaje de la BBC Rusa es paradigmático:


El día 28 fue particularmente duro para las milicias. La dirigencia ucraniana está desesperada por conseguir una clara victoria militar en el menor tiempo posible. A pesar de que los ciclos de adiestramiento de su tropa son cortos, de que la moral de las unidades es baja y del número masivo de deserciones, mandan a unidades recién reclutadas al campo de batalla. El resultado hasta el día de hoy ha sido el mismo de las semanas pasadas pero con un ritmo acelerado.



Es difícil imaginar que pasa por la cabeza de un recluta ucraniano (que es llamado a armas a los 40-45 años de edad, que está acostumbrado a la vida urbana en Kiev y que su experiencia militar se limita al entrenamiento que recibió en su juventud) cuando de repente llega un camión por el a su domicilio y le dice: "Es hora de pelear por la patria de Stepan Bandera". Este tipo de carne de cañón por supuesto que va a tener un desempeño desastrozo en el campo de batalla. Forjar soldados no es tan sencillo como decir "Enchílame unas tortas". Los comandantes de esta tropa improvisada lo saben y por eso la táctica militar usada hasta ahora en el frente de batalla ha priovilegiado el uso de artillería en contra de la población civil. Rara vez en el mes de julio han podido los ucranianos presumir una victoria clara en el cerco que han establecido en torno a las repúblicas separatistas. El caso ejemplar de esta situación lo da el frente sur, donde el intento de cortar el acceso de la RPD a la frontera rusa se ha convertido en un desastre militar en cámara lenta. 15 dias en donde los ucranianos se han visto imposibilitados de dar alivio a las tropas que quedaron atrapadas en el bolsón de Marinovka.



Los milicianos se han asentado en las alturas de Saur-Mogila y desde ahí han estado coordinando un ataque que ha ido "desapareciendo" a las unidades ucranianas. En esto, los ecos de la segunda guerra mundial son evidentes. Las tropas de Kiev han estado desertando en cantidades que obligan a la dirigencia nazi de Kiev a tomar decisiones militares cada vez mas imprudentes.

Monumento a los héroes de la II guerra mundial
Saur-Mogila


También hay que tomar en cuenta que las prioridades puramente militares no existen. Entre el derribamiento del vuelo de Malaysian Airlines y el "Memorandum Rand" queda claro que Kiev se mueve en espasmos teledirigidos desde Washington. Una política que obedece a las prioridades de una élite oculta tras los palos de Golf de Barak Obama es necesariamente un desastre tragi-cómico.

El Tiger Woods de la Casa Blanca
Arrastra a la población civil a sufrir cruelmente mientras que el "juego real" de la geopolítica norteamericana, sus obsesiones imperiales son desgranadas por la descomposición de una agenda que le queda grande a un Tío Sam de arterias endurecidas y capacidad analítica secuestrada por la añoranza de un mundo unipolar.

En los parcos reportes de Strelkov vemos como en el terreno de los hechos. el nazismo en su versión Zombie Siglo XXI sufre su agonía en Ucrania. La triste incompetencia de Barack en el campo de Golf y en política internacional garantizan un triste desenlace a una guerra totalmente innecesaria.

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